GALAXY TALES #7| Apostando con la Muerte Carmesí

 

GALAXY TALES #7

Apostando con la Muerte Carmesí

5 DDC

Sistema: Dafank

Planeta: Dafank

En el peligroso mundo de Dafank, los cárteles y clanes criminales dominan las brillantes y siempre nocturnas calles. Los diferentes distritos están en constante disputa entre estos grupos criminales, uno de estos distritos, el distrito Uthad, está controlado por La Muerte Carmesí, un clan criminal liderado por Osho Luagh, un Jadau, de aspecto porcino, dos afilados colmillos a los extremos de su morro, pelaje negro que cubre su cabeza y brazos, además de una barriga que denota su gusto por la comida. La Muerte Carmesí se dedica al tráfico de drogas y esclavos en las regiones de los Límites, siendo uno de los clanes criminales a temidos de esta apartada zona de la Galaxia.

     En el distrito Uthad vivía un joven veridian de 23 años llamado Milos Corvo. Milos, un joven delgado, de media estatura, piel grisácea y beige, con una mancha roja en el lado derecho de su rostro, y un desaliñado cabello negro con mechones violetas, trabajaba en el taller mecánico de su hermano adoptivo Harol Corvo. Milos había sido encontrado por Matius Corvo, dueño original del Taller Corvo, en un basurero cercano a su taller. El hombre decidió llevarlo a su casa, ahí su esposa, Rosalia Morovón, lo convenció de adoptarlo y criarlo como su hijo. A los dos años, Rosalia fue asesinada por sicarios de una pequeña pandilla criminal que se dedicaba a asaltar comercios. Matius tuvo que criar solo a Milos y a su hijo mayor, Nialus. Ambos fueron criados con poco cariño de su padre, esto se notaba en especial con Milos, ya que siempre le dejó en claro su posición como hijo adoptivo, y ellos no eran en realidad su familia. Cuando Milos tenía 15 años, Matius fue asesinado por la misma pandilla que años atrás había asesinado a su esposa, por lo que ambos hermanos tuvieron que hacerse cargo del taller mecánico, además, decidieron contratar a un grupo de sicarios para defenderlos de las pandillas. Esto les generó una importante cantidad de deudas. Ambos decidieron buscar formas de conseguir dinero, tanto como para pagar los servicios de los sicarios, como para salvar las deudas de su padre.

     Milos comenzó a competir en carreras de motos IAG, unos pequeños vehículos de un solo pasajero, que se desplazan a través de tecnología anti gravitacional, despegándose del suelo y alcanzando altas velocidades. Milos competía en pequeñas carreras locales que no dejaban mucho dinero, pero resultaban un beneficio extra para los hermanos. Conforme Milos iba creciendo, sus habilidades como piloto iban mejorando, sin embargo, seguía siendo uno más del montón, sin destacar entre el resto. Esto hasta que, debido a una serie de malas decisiones y mucha necesidad, Milos tomó la arriesgada decisión de competir en una de las carreras más famosas y peligrosas del Distrito

     Milos había estacionado su moto IAG en el garaje del Taller Corvo. Su moto, modelo H72-B, ligera en forma de triángulo obtusángulo invertido de color guinda, contaba con una serie de modificaciones de propulsión que le permitían aumentar de velocidad tras lograr vueltas cerradas. Está había sido armada por su padre Matius, cuando tan solo tenía 14 años, y ahora le pertenecía a Milos.

     Milos entró rápidamente al despacho del taller, donde se encontraba su hermano haciendo cuentas.

—Nialus, te tengo buenas noticias. Voy a entrar una carrera que seguramente nos traerá muchos beneficios.

—¡Estás demente! —respondió su hermano con tono molesto—. En las últimas tres carreras que has participado me hiciste perder mucho dinero, debería apostar por otro corredor, nunca ganas.

—Estoy seguro de que esta vez lo conseguiré, y tengo la idea perfecta para poder lograrlo —dijo Milos con un optimismo desmedido.

—Cuál es tu estúpida idea.

—Iré con Osho Luagh y le propondré un trato. Le pediré que en la próxima Gran carrera de Uthad apueste por mí. Como nadie cree que yo pueda ganar, le diré a Luagh que apueste por mí, usándote a ti como apostador, y nos quedamos con parte de las ganancias.

—Definitivamente eres un estúpido —respondió Nialus completamente irritado—. Estás loco si crees que siquiera podrías acercarte a un líder criminal del nivel de Luagh. Yo no quiero tener nada que ver con esta locura.

Milos salió molesto del taller, se subió a su moto y se dirigió al Barrio Dorado, hogar de la muerte Carmesí. Milos iba a toda velocidad por las calles de la enorme ciudad siempre nocturna, repleta de edificios decorados con brillantes letreros que anuncia siempre le daba la cara a su estrella, mientras que el otro se encontraba en una constante noche. La madrugada perpetua de Dafank es aprovechada por los habitantes del planeta para siempre tener fiestas, casinos y un sin fin de diversiones y placeres. Lo que también fue aprovechado por los grupos criminales para poner negocios de dudosa legalidad.

Milos llegó al Barrio Dorado y manejó hasta llegar a la Torre Carmesí, un enorme edificio de 106 pisos, la sede central del peligroso clan criminal, La Muerte Carmesí. Milo entró al edificio y se dirigió a la recepción.

—Hola, vengo a ver al señor Luagh —le dijo a la recepcionista de proveniente del lejano Oxley.

—Acaso tienes una cita, porque no te ves cómo alguien que tenga una.

—Tengo una propuesta de negocios muy lucrativa.

—Todos dicen eso chico, mejor lárgate antes de que llame a los de seguridad.

Milos salió del edificio tratando de buscar una forma de llegar al piso más alto, donde se encontraría Luagh. Logró observar que un grupo de meseros bajaban de un aerodeslizador de cargamento y se dirigían a una entrada al costado del edificio. Caminó con sigilo acercándose, observó que uno de ellos se dirigía a un callejón. Se acercó lentamente por atrás, este estaba orinando en una esquina del callejón, cuando se dio la vuelta Milos lo recibió con un golpe que lo mando al suelo. Se cambió rápidamente la ropa y se apresuró a unirse al resto de los meseros.

Después de unos cuantos minutos en los que Milos se sentía nervioso por como acercarse a Luagh, el ascensor llegó al piso más alto de la torre. El elevador los dejó en la cocina, donde al instante en el que salían cada de uno recibían una bandeja con comida para repartir en el enorme salón de juegos. Milos recibió una bandeja con lo que parecían ser ojos de alguna extraña creatura, bañados en una espesa salsa verdosa. Milos entro al salón, todo estaba alumbrado por luces rojas provenientes de enormes candelabros, y brillantes esculturas doradas que parecían ser las siluetas de diferentes individuos de un popurrí de especies. Milos nunca había admirado tales lujos, a pesar de vivir en una ciudad de extravagancia, estos lugares solían ser concurridos únicamente por los individuos de las más altas esferas de poder.

Milos observó que al fondo del salón había una puerta custodiada por dos enormes guardias de la especie Ukalosh. Esa debía de ser el lugar donde se encontrará Luagh. Sería muy complicado entrar por la puerta como si nada. Milos debía de buscar una forma de distraer a los guardias. Mientras pensaba en una forma de distraer a los guardias, se dedicó a ofrecer los bocadillos que llevaba en la bandeja. Cuando estuvo a punto de acabar llegó a una mesa donde un grupo de personas se encontraban jugando Ab-Uc, un juego de cartas bastante popular. Una de estas personas, un pereliano en claro estado de ebriedad estaba a punto de perder toda su fortuna en una apuesta. En ese momento, Milos tuvo una idea.

Milos se acercó y dijo unas cosas cerca del oído del pereliano.

—Disculpe señor, no puedo notar que está perdiéndolo todo.

—Pues claro…, es imposible… ganarles a estos, pero tengo una última… jugada preparada.

—No es por borrarle su ilusión, pero estos juegos están trucados, para que la casa siempre gane. Si yo fuera usted iría a la sala de allá tras y me quejaría con los que están a cargo.

—Tonterías…, observe y vea como gano.

El pereliano bajó su mazo de cartas y perdió la ronda, quedándose con las manos vacías.

—Se lo dije.

El pereliano se levantó de su asiento y tambaleando se dirigió a los dos guardias que custodiaban la puerta.

—Exijo… ver a quien esté… a cargo, de inmediato.

Sin decir una sola palabra los guardias lo tomaron de los brazos y se dirigieron al ascensor del salón para sacarlo. Acto que aprovechó Milos de inmediato para entrar sigilosamente por la puerta. Al momento de que entró, quedó estupefacto. Si el salón exterior ya era lujoso, este lugar lo superaba por mucho.  Esculturas de oro y joyas incrustadas custodiaban los pasillos. La música retumbaba por todo el salón mientras bailarinas de diferentes especies se colocaban en plataformas elevadas donde destellos de luces carmesí brillaban intermitentemente. Al fondo del salón en un enorme trono de piel y joyería se encontraba la mítica figura de Osho Luagh, que se encontraba jugando Paz-Al-drez, un juego de estrategia de dos jugadores.

Milos se abría paso entre la multitud de seres variopintos, que se encontraban bailando, bebiendo y consumiendo un sinfín de sustancias. Cuando pudo vislumbrar toda grandeza del peligroso líder criminal, otro guardia Ukalosh lo agarró del brazo y con voz ceceante se dirigió a su jefe.

—Zeñor, tenemo a un intruzo que se a colao en sus apozento.

—¿Qué tenemos aquí? —dijo Luagh con su profunda y ronca voz—. Al parecer alguien quiere morir.

—Por supuesto que no —respondió Milos claramente nervioso—. Soy corredor de motos IAG, y vengo a hacer un trato con usted.

—¿Sí?, ¿cuál es tu nombre?, no te reconozco.

—Milos Corvo, competí en la última carrera de Bunda Li.

—No me suenas muchacho.

—A mi si —dijo uno de los acompañantes de Luagh—. Fuiste aquel chico que cayó del tercer puesto al último, por chocar con un contenedor de basura.

Un fuerte estruendo de risas y de burlas se escuchó entre el grupo que acompañaban al imponente criminal.

—Ya te identifico, muchacho. Me hiciste ganar mucho dinero, todos pensamos que podrías ganar la carrera, pero no fue el caso.

—Sí, ese fui yo. Justo de eso quería hablar con usted, para proponerle un trato.

—¿A caso quieres arreglar una apuesta muchacho? —dijo Laugh con enfado, mientras se levantaba de su trono y dejaba a la vista su imponente y pesado cuerpo—. Aquí no aceptamos a los tramposos.

—No, no, no. Nada de eso señor —dijo Milos muy nervioso—. Yo quiero hacerle otro tipo de trato.

—¿De qué se trata entonces?

—Como todos esperan que pierda, usted debe apostar por mí.

—Ja, ja, ja, ja, ja —Luagh se rio con su fuerte y profunda voz, mientras los demás que se encontraban a su alrededor comenzaban a reírse para no quedar mal ante su jefe—. Estás loco chico, no le ganarás a ninguno de los demás corredores.

—No tienes que apostar directamente tú. Lo harás a nombre de mi hermano. Si ganas la apuesta me quedo con el 50%, y si yo no gano la carrera y pierdes, te reembolsaré tu apuesta, más el 50%. ¿Qué le parece la oferta señor?

—Muchacho, estás demente si crees que voy a confiar en un chico que se cuela en mi palacio para hacerme una oferta estúpida.

—Todos esperan que pierda y vuelva a ser humillado. Pero eso no va a pasar. Porque voy a ganar.

—Ja, eres muy ingenuo.

—Véalo como una inversión. Gane o pierda usted recibirá mucho dinero.

—De acuerdo muchacho. Pero de ganar la apuesta me quedo con el 75% de ganancias.

—Creo que es demasiado, señor, además…

—Y, si pierdes la cerrara, acabaré con tu vida, la de tu hermano, y me quedaré con el taller. ¿Trato hecho?

—De acuerdo, señor Laugh —dijo Milos con mucho nerviosismo—. Tenemos un trato.

—En los próximos días te enviaré a alguien con el dinero para que lo lleven a la casa de apuestas. Mucha suerte muchacho, tu futuro solo depende de ti.

Milos salió de la torre escoltado por los guardias. Subió a su moto y salió disparado de camino al taller, estaba muy preocupado y por su mente pasaban un sinfín de ideas. ¿Sería capaz de ganar la carrera? Cuando llegó al taller, le explicó todo lo sucedido a su hermano. Este se lo tomó de muy mala gana.

—Milos, yo te lo dije, no quería tener nada que ver con tu idea —dijo Nialus bastante molesto por lo ocurrido.

—Lo sé, pero de verdad necesitamos el dinero. Tenemos que salir de este sucio planeta.

—¿Cómo? ¿Quieres el dinero para salir de Dafank?

—Sí, este planeta está podrido, y nada nos ata a quedarnos.

—Pero tenemos el taller, nuestro padre nos lo dejó.

—Tú padre, a mí nunca me trató como su hijo. Para el siempre fui un extraño. Sin embargo, tu si eres mi hermano, Nialus, y no quiero que tengamos que seguir sufriendo en este sucio planeta.

—Está bien hermano, te quiero, y te voy a apoyar en esta última carrera.

—Gracias hermano, verás que lo conseguiré.

—Más te vale si no estaremos muertos.

Ambos hermanos se abrazaron y comenzaron a trabajar en el mantenimiento de la moto IAG de Milos. Al cabo de un par de días llegó uno de los hombres de Luagh al taller de los hermanos con una bolsa repleta de dinero, el cual fue llevado por Niaulus a la casa de apuestas. Apostándolo todo a que Milos ganaría la Gran carrera de Uthad. Al parecer fue el único que apostaría a que su hermano ganaría. La mayoría de las predicciones y apuestas ponían como ganador a Mario Lazahan, un humano de cabello rubio y piel blanca como la leche, que llevaba tres victorias consecutivas en la Gran Carrera.

Los Siguientes días Milos se estuvo preparando arduamente, practicando en diferentes circuitos de la ciudad. Cuando finalmente llegó el día de la Gran carrera de Uthad. Milos y su hermano llegaron temprano para realizar los últimos ajustes a la moto IAG. Ahí se había presentado Osho Luagh para hablar con Milos.

—Recuerda muchacho, si no ganas la carrera, tú y tu hermano estarán muertos —le dijo Luagh con una voz profunda y amenazante, seguida de una risa burlona.

—Verá que hoy sorprendo a todo, señor. Todos se arrepentirán de no haber apostado por mí.

—Más te vale.

La Gran Carrera de Uthad estaba a punto de comenzar, esta consistiría en una vuelta en el circuito ubicado al sur del distrito. El circuito atraviesa una parte del antiguo parque industrial, para después pasar por los mega ductos del antiguo metro de Uthad y salir a la zona urbana, una sección de la ciudad en donde las calles permanecerían cerradas para la carrera. Milos subió a su moto, los 12 corredores estaban listos en la zona de salida. El semáforo estaba preparado, la cuenta regresiva bajaba, FUERA. Todos los corredores salieron disparados de la línea de salida, poniendo rumbo al parque industrial, la zona con mayor número de curvas del circuito. Milos salió a toda velocidad, poniendo toda la carga en el primer tramo de la carrera para tomar ventaja inicial y mantener un buen ritmo. A pesar de esto otros tres corredores lo rebasaron con facilidad.

La zona industrial constaba de seis curvas bastante cerradas, donde la velocidad disminuía a ratos para poder tomar de buena forma las curvas. Sin embargo, para los corredores más experimentados, las curvas representan una enorme ventaja para obtener un impulso extra. Milos había practicado bastante el tomar impulso en las curvas, gracias a esto pudo subir al tercer puesto, sin embargo, el primero y el segundo tomaron las curvas con tal perfección que lograron tomar una ventaja muy significativa. Tras pasar las curvas de la zona industrial los corredores entraron a los ductos del antiguo metro, esta área representaba un alivio para los corredores de los primeros puestos, ya que era más difícil ser rebasados. Milos iba en tercer lugar, un buen puesto, pero para lograr ganar debía de tomar el primer lugar antes de llegar a la mitad de la zona urbana. Ya que el 65% de las veces, el corredor que llega a esa etapa en primer lugar ganaba la carrera. Durante los siguientes metros de los ductos Milos se dedicó a buscar formas de rebasar al segundo puesto y evitar que corredores lo pasaran a él.

Antes de salir de los ductos Milos estaba pisándole los talones al segundo puesto, aunque era incapaz de pasar por su costado. Por lo que decidió tomar una muy arriesgada decisión y ejecutó una maniobra única, dándole la vuelta al ducto circular, pasando por encima del segundo lugar y colocándose en la segunda posición. Milos sentía que podía ganar, realmente tenía oportunidad de llegar en primer lugar. Por lo que decidió no voltear a tras y solo concentrarse en alcanzar al primero, Mario Lazahan. La carrera llevaba más de la mitad del circuito. Y estaban entrando a la zona urbana, Un área muy abierta, ideal para rebasar a Lazahan, si Milos tenía la oportunidad, pero debía de ser rápido, si no lo hacía pronto seguramente perdería la carrera.

Llegando a una de las ultimas curvas, Lazahan bajó la velocidad, pero al momento de acelerar para mantener el impulso un retraso de tres segundos fue suficiente para bajar el ritmo que llevaba. Lo cual Milos aprovechó, tomó la curva perfectamente, desacelerando lo justo y acelerando en tiempo perfecto para obtener un impulso que lo puso a un lado de Lazahan. Ahora ambos iban lado a lado. Ya se podía ver la línea de meta. Sería un final cardiaco. Ambos aceleraron a fondo, buscando ese impulso final que los mantuviera a la cabeza. Metro a metro los nervios crecían, ninguno tomaba la delantera. Menos de 200 metros, seguían a la par ambos corredores, ambas motos habían llegado a su máxima potencia. De pronto, a escasos metros de la línea de meta, la moto de Lazahan comenzó a sobrecalentarse, perdiendo ligeramente velocidad. Ambos corredores atravesaron la meta, con microsegundos de diferencia. Durante varios segundos la duda llenaba a los espectadores. Y de pronto en las pantallas se mostró al ganador, Milos Corvo.

Milos bajó de la moto celebrando, lo había conseguido, lo imposible se volvió realidad, había ganado la Gran carrera de Uthad. Su hermano se acercó corriendo y lo abrazó.

—¡Lo lograste, Milos! —dijo Nialus lleno de júbilo—. De verdad ganaste la carrera.

—Te dije que lo lograría.

—No creía en ti, ya nos daba por muertos.

—Creo que tienes que ir a recoger tus ganancias. Y debemos de llevarle su parte a Luagh.

Al día siguiente, Milos y Nialus se presentaron ante Luagh.

—Aquí está su parte señor —le dijo al líder criminal mientras le entregaba una maleta llena de dinero—. Tal como se lo prometí.

—Eres muy osado muchacho, nadie creía en ti, demostraste valor.

—Que puedo decir, soy un gran corredor.

—No vuelvas a acercarte a mi torre. Esta jugada te salió bien, pero no creo que tengas la misma suerte… y ayuda. Ahora lárguense.

Ambos hermanos salieron de la torre.

—¿A qué crees que se refería con ayuda? —preguntó Nialus.

—No lo sé, pero ya gané, y ahora podemos irnos de este sucio y podrido mundo.

—Sí, creo que lo mejor es que nos larguemos pronto.

—¿A qué lugar te gustaría viajar? Se me ocurrió Xenoria, ahí hay muchas carreras de motos, podemos ganar mucho dinero.

—Pensé que querías alejarte de los bajos mundo.

—Ahí son carreras profesionales. Y todo legal. Al menos en el hemisferio occidental.




Destacado